Quién diría que un día en unas clases de guiar con Ana, la misma que le ha enseñado a todo Rincón a estacionarse en paralelo, conocería a quien años más tarde se convertiría en mi compañero de vida.
Bajé la cuesta de casa, dando booty, dando cara y dando pelo, sin imaginar que sentado en ese mismo auto me esperaba un nuevo camino de amistad y amor.
Hablamos poco, pero fue suficiente como para reconocer que algo había hecho click dentro de mi y así, en un gesto que no solía hacer con extraños, me atreví a pedirte tu MySpace antes de que te dejáramos devuelta en tu casa. *Mi primer intento de tirarle maíz a mi futuro esposo.
Después de ese día, la vida siguió su curso, nos enamoramos de otras caras y otros cuerpos, reencontrándonos de vez en cuando en alguna que otra actividad en Rincón. Cada vez que te veía me emocionaba y le contaba a mami. Pero no fue hasta que me gradué de la high y llegué al Colegio, que esos reencuentros se hicieron más seguidos y que mis ganas de seguir tirando maíz a lo jíbara del monte se hacían más latente. Aunque a decir verdad, nunca dejé de tirar maíz, pues muy bien recuerdo que fui yo quien primero te dio su número de teléfono «por si a caso», jiji. ¿Por si a caso qué?, se preguntarán. Bueno, por si a caso se le antojaba una nueva novia, supongo yo.
Después de varios intentos, decidí dar una última batalla y te invité un 27 de diciembre de 2010 a un concierto hippie (como dirías tú), de Mijo de la Palma en una finquita en Rincón. Y gracias a no sé qué arreglos del Universo, llegaste. Y te compartí del café de mami que llevaba en mi termo. Y disfrutamos de una noche de bohemia bajo la luna. Sí, así de cursi fue.
Cuando ya todo había acabado, mis amistades se habían ido, quedamos tú y yo solos en el estacionamiento, bastante escondido, de la finca. Y como si nos lo debiéramos de hacía mucho tiempo, nos besamos, nos besamos y nos besamos. Tanto así, que llegué a casa como a eso de las tres o las cuatro de la mañana, ready pa recibir el regaño bien heavy de ma y de pa, pero infinitamente en las nubes, feliz.
No había pasado ni un mes cuando un 16 de enero de 2011 me estabas pidiendo ser tu novia. Emocionada, te dije que sí. Me diste un beso e inmediatamente te fuiste con tus padres, sin invitarme, claro está, a comer mofongo, *Insertar el meme del gato confundido aquí. (Huh?)
Hoy, 16 de enero de 2025, pienso en lo mucho que hemos cambiado desde entonces. En todo lo que hemos tenido que atravesar para llegar a este exacto punto en donde nos encontramos.
Ya son catorce años de acompañarnos en cuanto papelón se nos presenta. De respirarnos profundo y fuerte, sabiendo que nos queremos mucho más de lo que jamás imaginamos. Reconociendo que no sabemos hasta cuándo nuestros caminos se crucen, aprovechando el ahora que nos acontece, uno al lado del otro.
Por eso y más te ofrezco este sorbo de palabras y oraciones.
Un brindis por nosotros.
Por los catorce.
Y por los que estén por venir.
Deja un comentario