
Lo quiero recordar todo, que no se me escape ni un detalle. No confío en la fragilidad de la memoria. Que si bien a veces recita números, colores y centímetros a la perfección, hay otros momentos en los que me nubla la visión con una gran nube de nada y de silencio.
Quiero recordarlo todo. El sonido a lo lejos de los pájaros y los gallos, que compiten con el musicón del vecino que retumba en las paredes de casa. A papi lavando los carros. Mami lavando ropa. «Lolita, ¿cómo estás?»
Quiero recordarlo todo.
Las canas del pecho de papi. La sonrisa cargada de dolores y esperanza. Las manos arrugadas de mami. Las manos gruesas de papi. Que son las manos que cuentan mi historia de vida. La complejidad de sobrevivir este país y este sistema.
Quiero recordarlo todo. Los momentos en los que papi me habla de la pesca, la mecánica o la cocina. Los momentos en los que mami me habla sobre los remedios para la acidez, sobre las cosas nuevas que quiere hacer. Quiero recordarles contando sus sueños y sus felicidades, lo que les llena de ganas de persistir y continuar.
Quiero recordarlo todo.
Me aterra el olvido.
Deja un comentario