
Hace tiempo que vengo huyéndole a las hojas luminosas del yagrumo.
Pero estas aguas se calientan cada vez más.
Y es que no hay forma de evadir lo inevitable.
Lo debo saber bien,
que esta tierra caribeña que me habita no perdona.
Las ráfagas vienen a desnudar la fragilidad de la vida;
a dejarla en carne viva.
Lista para el impacto, me acepto, huracanada.
Deja un comentario